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El Punto G

Ante la cuestión de la existencia de dos o varios tipos de orgasmo han aparecido, como no, diversas teorías conciliadoras. Es decir existe un solo orgasmo y que este precisa, de alguna manera, la implicación de las estructuras clitoricas.

Sin embargo, esta hipótesis consideran las posibilidad de que este orgasmo tenga siempre componentes de estimulación clitorica y vaginal, bien por que la estimulación del clítoris provoque una respuesta de los músculos que rodean la vagina, bien por que el coito vaginal de lugar a un estiramiento o rozamiento del clítoris o sus alrededores, con el consiguiente estimulo de este.

Otra teoría que ha tomado mucho auge en los últimos tiempos se aparta considerablemente de la anterior al considerar que la estimulación vaginal por ella misma puede conducir al orgasmo, y que esta respuesta orgásmica puede conllevar, en algunas mujeres, la emisión de un liquido que no es ni semen ni orina. Nos referimos a la teoría del punto G.

El punto G fue descrito en 1950 por él medico Ernst Grafenberg, quien afirmaba:

Se puede demostrar en todos los casos la existencia de una zona erógena en la pared anterior de la vagina. A lo largo del curso de la uretra... durante él estimulo sexual, la uretra femenina empieza a dilatarse y puede percibirse fácilmente... a veces, la producción de fluidos es tan grande que ha de extenderse una toalla bajo la mujer... esta convulsiva emisión de fluidos se produce siempre en la cumbre del orgasmo y simultáneamente con él.

Esta teoría fue posteriormente recogida por tres investigadores americanos, quienes llamaron a esta región el punto G en honor a Grafenberg. Tras investigar y explorar a cientos de mujeres llegaron, entre otras, a las siguientes conclusiones:

Existe en el interior de la vagina un lugar extremadamente sensible a la presión fuerte. Dicho lugar se halla situado en la pared anterior de la vagina, a unos 3 centímetros de la abertura.

Cuando se estimula adecuadamente, este punto se dilatara y da lugar al orgasmo en muchas mujeres.

En el momento del orgasmo, muchas mujeres eyacularan a través de la uretra un liquido químicamente similar al de la eyaculacion masculina, pero no contiene esperma. 

En la creencia de que están orinando, muchas mujeres experimentan turbación a propósito de la eyaculacion, lo cual constituye una de las razones por la que muchas han aprendido a reprimir el orgasmo.

La fuerza del músculo pubococcigeo de una mujer esta directamente relacionada con su capacidad de alcanzar el orgasmo a través del acto sexual.

Aunque estas conclusiones vienen reforzadas por muchas otras descripciones que apuntan en el mismo sentido, hasta la fecha resulta imposible afirmar que porcentaje de mujeres tienen un punto G y que porcentaje son capaces de esta emisión de fluido, con que frecuencia y bajo que condiciones.

Tampoco se ha esclarecido totalmente el papel que juega el músculo pubococcigeo en la consecución del orgasmo. Los datos que existen en la actualidad son contradictorios. Parece evidente que algunas mujeres se ayudan con la contracción de estos músculos para obtener el orgasmo. También esta fuera de toda duda la existencia en algunas mujeres, de una zona muy sensible en la región descrita y el hecho de que ocasionalmente se produzca una “eyaculacion” que coincide con el orgasmo. Sin embargo, esto no es así para muchas otras mujeres, sea por que no han experimentado lo suficiente, sea por diferencias anatómicas y fisiológicas individuales que dan lugar a que, en ellas, la zona del punto G no se encuentra tan desarrollada como en las anteriores.

De cualquier modo, hemos de evitar que el punto G y la eyaculacion femenina, se conviertan en una nueva fuente de preocupación para las mujeres y sus parejas. Tal como los mismos autores de estos trabajos reconocen, numerosas mujeres que disfrutaban con una sexualidad basada en él estimulo del clítoris han dejado de hacerlo por empeñarse en una incansable, y en ocasiones infructuosa, búsqueda del punto G y la eyaculacion durante el orgasmo. Es comprensible que la mayoría de la gente intente alcanzar el placer del que cree que otros gozan, pero seria una lastima que, por sentirse incapaz de conseguirlo, se devalué la propia capacidad de placer que ya se poseía.

Extraido de diversas fuentes en Internet
www.sexo-urbano.com